El fútbol como juego sigue siendo una actividad desarrollada exclusivamente por humanos, con sus aciertos y sus errores, y con todas las polémicas que acarrea esa condición. Como si, a pesar de la revolución tecnológica que sufrió la vida moderna, se mantuviera ajena a esos avances y el campo de juego lograra mantenerse como un búnker inexpugnable, exclusivo para seres de carne y hueso. No obstante, queda margen para el mundo virtual, fuera de la cancha y como soporte para los entrenadores.
En 2007 llegó al Complejo de la Asociación Uruguaya de Fútbol un grupo de jóvenes licenciados en Sistenas de la ORT con un proyecto en el que habían trabajado un año y que permitía analizar los movimientos de los jugadores rivales y de los propios con un sofisticado programa. El técnico Óscar Washington Tabárez le abrió las puertas y desde entonces fueron perfeccionando el modelo.
Fuente: «El Observador»